Para tratar de hacer la respuesta corta sólo diré que ¨Sólo los que lo sabemos lo entendemos.¨
Más que el fanatismo por un equipo es una identidad y para los heredianos en especial una familia, que se extraña muchísimo.
Viviendo en New York pasé de ser socia disfrutando de los partidos con amigos a verlos por transmisiones en vivo, acudir a las redes sociales y ponerme al día con uno de mis chats de Whatsapp favoritos de un grupo de heredianos desde la cuna (Saludos a Randall, André, Chaz, Nacho, Carlos y Harold).
Debo decir que cuando me pongo la camisa o me llevo la bandera siento más orgullo que cuando lo hacía para ir a una final. Que no se diga que un herediano olvida su cultura o deja de sentirse parte de una institución, por supuesto que también para andar identificada por si encuentro algún rojiamarillo, ah… y porque me encanta que me pregunten de cuál equipo es, a lo que con cero humildad respondo: ¨de Heredia, el equipo que nació grande¨
Estar lejos de Costa Rica lo pone a uno más sentimental, se extrañan muchísimas cosas además de querer vivir la adrenalina de un partido; por ejemplo gritar gol con otros aficionados, ver los carros con las banderas, escuchar los pitos o ir al parque central de Heredia, y es que ya no soy una más entre la cantidad de heredianos acuerpados cantando. Pero se pone a prueba esta pasión y amor por los colores fuera de las fronteras.
Escribiendo sobre mi experiencia en este blog me puse a soñar con que los florenses que vivimos acá podamos unir nuestras almas rojiamarillas para gritar gol juntos y clavemos una bandera en algún rincón de esta ciudad.
Devorah Méndez
Brooklyn, NY
